PAÍS SECRETO

El infinito viaje en la bruma rn rnDesde el estremecimiento revive la obra poética País secreto de Juan Manual Roca con la génesis poblada de varios cielos huyendo de sí mismos entre el pedal de una Singer hacia Burdeos, Gales, Nepal o embebida sobre la lobreguez de un querido hombre llamado Dylan Thomas. rnAllí gotea una interminable vela roja, un tajo de odio y silencio hacia las señales de humo, presagiando un corazón al deambular sobre los muelles de un treinta y uno de agosto de mil novecientos ochenta y siete. rnEn la obra poética País secreto se nombra las cartas trasgredidas de un sueño diezmado al viajar en tren y en secreto hacia un país oscuro que estipula la fuga e inicia el retrato hablado de una lista negra. rnEn las playas del abandono, el poeta escribe en la habitación los miedos de Jonás entre el vientre de un cetáceo atragantado por las botellas del naufragio, como también la bella canción de los sordos en los rincones de un velorio, repartiendo la oscura grafía de un poeta - vampiro que festeja boletines enfermos en medio de la guerra. rnLa contienda avanza al sonar la matraca entre las iniquidades que fluctúan en la vecindad del buzón del viento por la escuadra de una Lugger mientras atenaza a los viejos poetas enlunados. Desde la envilecida nación Juan Manuel Roca condena la risa por la traición de los espejos al proscribir el tiempo que destila por los hombres desaparecidos. Allí danza un lago de sangre sobre una bandera blanca al hablar de ausencias y amores. rnEl otro país, el oscuro, nos está matando la alegría, nos está matando a los que sueñan, a los hombres que dan voz al limpio sueño. La paz es sólo una palabra en los arrugados papeles que arrojan en letrinas los disfrazados querellantes. rn rnEn este coloquio trémulo Juan Manuel Roca libre de los barrotes percibe el cielo extraviado de Nazim Hikmet, como también el viento que recorre en un año en una noche René Char, cruzando las fronteras al palpitar entre una canción de mar que se acrecienta por los pregoneros en las calles o en los calabozos de Turquía. rnLa confabulación mítica de País secreto se detiene por la opresión de 1842 en Prusia, a través de un alma danzarina que se entreteje por lo alado y terrestre en un álamo blanco. La historia en la estación de tren por el fogonero da el crédito de un amor que se fragua en la quimera o en el inesperado cambia agujas atrapadas en la estación. rnEl punto de quiebre que presenta el poeta se entrelaza con la visión de mundo de André Glucksmann al decir que la actividad de la guerra presenta una serie de narrativas plasmadas en imágenes hasta lograr la densidad en la zona gris. Es decir, los sentimientos y el espíritu que se anida en aquellas mentes obedecen a un pensamiento filosófico u2013 estratégico que ocupa un lugar prioritario en el vértigo de la devastación al observar como emergen ebrios los demonios maltrechos sobre una bella pesadilla rupestre. rnEs allí donde la pulsión en la obra poética País secreto se lanza contra el lienzo al repetir el feroz trazo entre la droga del color; pero también la penumbra hace un llamado a Bertolt Brecht, a André Breton para provocar desde una poética disruptiva el tópico de la rebelión. rnNo obstante, atrincherado entre las piernas de las mujeres de la noche, el poeta describe una geografía móvil emboscada por el fuego de las maldiciones al ser plateadas arañas que se encuentran en un país sitiado por cuarteados espejos. Sus lagos son entrañas del olvido, horas y días inconclusos por el enjambre de fogatas y fusiles en invierno. rnEn País secreto también se evidencia el baile nocturno de las patrullas, los viejos alcaravanes que husmean la ceniza señalada y a su vez suspicaz, como carretera de cal al escuchar el aleteo de una sombra triste. rnEsta constante en la imagen poética de la nocturnidad en País secreto se encuentra ilustrada por el sonido de las furtivas ballestas encapuchadas a través del grabado en donde siempre existen gotas de sangre, miradas afiladas entre un cuerpo empobrecido. rnEsta es la señal emplazada como respuesta inclemente, apasionada por la existencia de la ironía o el clamor de las vísceras en Bajtín al incorporarlo en su Rabelais, que Juan Manuel Roca también instaura en su poética como vidas confinadas por el olvido, el dolor, la muerte, la melancolía, el sarcasmo o la mordacidad que hace inevitable la necesidad de la palabra en un toque de queda o exorcizada para subsanar la ofensa y la imperiosa caída bajo las ciudades entre el celaje. rnMe dirán que el viento toca su dulzaina, que la luna duerme sobre lechos de alfafa cuando el miedo se avestruza. Les diré de hombres buscando su cuerpo entre la sombra, precarios reyes del país de su pellejo. Vengo de un país que gitanea en las fogatas. rn rnOtro tópico interesante que presenta la obra poética País secreto de Roca se enmarca a través de las leyendas sobre la dirección de algún dios burlón al bajar las escaleras entre el plato y el tapiz de membranas de perfumes que mastican las especies sobre la flor quizás de un miserable que transita por el hipnotizado bombardeo hacia un cine de horror. rnPareciera que esta explosión sucesiva de imágenes poéticas surca la ciudad asombrosa entre pasos de travestis al chocar con las luces de neón tatuadas en las espaldas de las geishas al recordar sobre los comedores de otras que ellas nunca fueron a la guerra por estar siempre perturbadas por un paisaje iracundo sobre las cloacas. rnEl costillar de la composición poética refleja la jaula ósea de la turbiedad, del dorso desnudo de los mendigos al estacionarse sobre la orilla del río Magdalena. De esta manera descarnada el poeta picotea el corazón de los vencidos ribereños abandonados por la conflagración. rnLa concatenación del quebranto gira sobre Las hostias del diablo o Los hijos de la noche de Claude Mettra, al pronunciar al príncipe de la noche, que nunca tiene el tiempo exacto para dar a su obra un rostro definitivo. Allí se destraba la estampa de la beatitud que sueña entre porcelanas viudas y sonoras que delatan las monedas libertinas en las escudillas. rnDesde esta perspectiva de la creatividad poética, el poeta evoca en fosilizar el recuerdo de los ausentes por una maldición vigorosa como también se describe en El Faustos de Thomas Mann, ya que País secreto de Juan Manuel Roca trasgrede la vuelta de tuerca de la realidad, ya que el poeta sella el pacto con los desdichados y a su vez vislumbra alguna secreta condena. rnLa connotación de la revelación, suscita preguntas que se encuentran ovilladas sobre miles de tumbas que acechan en los recuerdos y merodean abatidos sobre el nombre de nadie, en los cafés de la mala muerte que hablan de talismanes entre una luna negra de 1930 al recorrer el país en las repisas vestidas de silencio sobre la trampa del muro de la oscura nación de los espejos del tirano. rnEn esta radiografía del país de manera caótica se retrata entre las tinieblas, las almas en pena que yerran entre las municiones y las detonaciones ensangrentadas que ejemplarizan las guerras interminables por el poder de los gobiernos. rnPor tal razón el diablo hace justicia de sus derechos al revitalizar la muerte como un trofeo de victoria que lleva consigo misma la manifestación del resentimiento ante los lamentos de los olvidados por las ráfagas del desaliento huérfano por las rondas de una voz que resuena entre las celdas que despelleja el almanaque propicio en la grafía engullida por un búho negro. rnA hora bien, el poeta al crear una artesanía de imágenes, aguarda la noche venidera, teniendo en cuenta que dicha aproximación hacia la oscuridad, tendrá tiempo de avanzar, de hacerse negrura en sí misma entre la determinación del ritmo poético que se desprende en consecutivas estampidas al transpirar sobre una antigua piel de hojarascas y alcachofas como una antigua dama que pinta el debajo del debajo de un color funesto. rnLos sortilegios de los cielos desabridos piensan en puntos cardinales el balcón que añora soñarse entre los muertos. Es un País secreto que se asoma al precipicio de sus aguas amargas, ausentes, espantadas entre la pelusa misteriosa del abismo. Allí las moscas zumban en torno de un diciembre rojo de cárceles que narran las piedras ciegas sobre un golpe de hierro en las intenciones del matarife al dibujar las huellas del miedo. rnEs así que en el signo de Capricornio palpita un código que significa entre un lenguaje febril la entrada de un cuerpo en el olvido, alojado en el cántaro del viento cuando cruza las ciudades en su caballo brillante de niqueladas navajas para encontrarse con el ángel entre las telarañas de los tablados musicales. Allí la suerte del espejismo asalta al tiempo, a la noche que acude al baile de la fruta del habla, ya que en la zona del peligro vagabundea el territorio libre del sueño de una secreta generación. rnAllí también la poesía rinde cuentas al ocaso de una nación bella y desconocida que se viste sin rostro en Beirut y toca el violín entre los nogales al atravesar la flor de sangre que germina en el centro de Palestina. Son los lamentos del ofendido, del no escuchado al caminar entre los hombres hacia un país sin mapa, proscripto del mundo. rn Invisible al derramar la oscura leche e inmóvil en el pasaporte de la alegría. El poeta Juan Manuel Roca lo expresa al limpiar la palabra que pesa en alguna maga, en algún poema que viaja hasta los umbrales de un país extraño, intercambiando tiquetes para soñar en un paraíso olvidado. rnLa medula en País secreto recorre el limítrofe del presidio entre parajes de trenes exiliados que presagia el trozo azul de la lejanía. Es la voz del país de la leyenda que ronda como un tigre entre el ajedrez del miedo jugando a los galleros con fulgor de bandolero en donde hace emboscadas en las cantinas del reino del tapir para anunciar a los mismos hombres el futuro de una nueva contienda. rnAllí se convoca al País secreto de soledad al ensanchar la muerte almacenada en los astilleros, en los poderes plenos y satisfechos por sus difuntos. Se convoca también al País secreto de la tristeza, del contrabando de los sueños en las noches habitadas por las borrascas al escribir la voz asaltada entre los estanques. rnSe convoca también al País secreto abrupto que va conducido hacia la ciudad invisible, andante, leyenda con tinta de sangre entre los ladridos de los perros o en el rumor de las campanas tañendo el hormigueo de la locura de Van Gogh o de Gregory Corso al cercenar con el escalpelo las lenguas de los viejos poetas para robarles sus metáforas creadas entre la aguja hipodérmica y soberbia que se encuentra dispuesta para húrtales el nuevo día de sus versos. rnEn País secreto la plaza nocturna baila el vals de las estatuas al decretar patrullar entre los fantasmas un toque de queda para luego celebrar el vuelo nupcial de los cuchillos sobre los pianos de los ausentes, de los panfletos como jirones atraídos por el olor de las desapariciones. rnEs la grieta en el asombro de un cielo pálido que conduce hacia la niebla de los muertos al despertar en alguna Bastilla ilusoria entre los rieles y el extravío de un pequeño Rimbaud minando las palabras enfurecidas al observar la ineptitud de las almas en contra de los lobos que resuenan entre la granizada y el dolor de una moneda expatriada en un plato. rn rnWilson Díaz (Bogotá, septiembre 2025)