RODOWSKA, KRYSTYNA
Abajo fuego, arriba fuegornPor Juan Manuel RocarnHaber nacido en una ciudad que no existe, como en algún momento pareciera sugerir Krystyna Rodowska, hace pensar en un u201cExiliou201d, en una realidad abolida, lo que le permite a la autora colegir otras realidades que solo pueden visitarse de una manera fantasma. Ella traza un lugar que tiene límites con un país que además posee una geografía difusa. Esto resulta tan elusivo como la poesía misma.rnMás que cruzar por una calle, ella atraviesa su olor. Es un lugar donde un abuelo aprende a hacerse en el cuello más que un nudo de corbata, el corredizo de una soga. u201cNecropoliau201d llama ese paisaje de gestos muertos y vidas apagadas.rnEs el viaje a un lugar escondido entre las altas hierbas de la memoria.rnEs muy bella en su dureza buena parte de la poesía de Krystyna Rodowska, al punto de afirmar que en la noche su cuerpo, u201csu majestad el cuerpou201d que dijera Franz Kafka, nos vigila. Se trata de u201cun cementerio rebeldeu201d, de sábanas u201cbordadas con siemprevivasu201d. rnEn un poema de raigambre u201cmexicau201d, en ese duro comercio que tenemos con la muerte no obstante la máscara y u201csu transparenciau201d, Rodowska hace guiños a esa Anfitriona de la muerte que puede ser la noche. Dice flor y serpiente, lugar y baile en un mismo vocablo (Xochicotlan) y reúne así el adentro y el afuera, y de nuevo el exilio final.rnSu atracción por el mundo mexicano, por un pasado que reside en un presente escondido, me resulta memorable. rnLa suya es una poesía dialógica, que nos habla y acompaña a los nacidos en estos pagos. u201cMundo nuevo, salías a encontrarme / con tu sonrisa de rey / estrenando primaverau201d, dice a su paso por Argentina. rnQué manera más evocadora y sutil la que tiene Krystyna Rodowska al aproximarse a esta geografía real e imaginada que somos los nacidos en estos agrestes lugares.rnAsí, dice en su poema al Ecuador (u00a1salud, Iván Oñate!) titulado u201cSoportando las nubesu201d en algo que podría dar paso a un homenaje a Henry Michaux que señalaba que ellas, las nubes de los Andes, son u201clos perros fieles de la montañau201d. Y lo decía tras su viaje con Gangotena a ese país bello y misterioso.rnViajera del mundo, sí, pero antes que nada viajera de sí misma y de los otros, señala la ansiedad de ser u201cun beso en ruinasu201d, un tiempo de manzanas arrancadas al árbol del deseo. rnHay en su poesía un regreso sin nostalgias de ayeres, un retorno a los días que configuran una vida y que encuentran en la noche su u201creligareu201d como un Buda que se cierra en u201cposición de lotou201d. Como hay muchas despedidas es porque hay muchos encuentros, muchos saludos y muchos adioses en el cuerpo de este libro. De allí que nos diga que u201cal despedirnos dejamos asomar la eternidadu201d.rnTambién asistimos a u201cLa creación de Adánu201d, de ese trozo de barro sublevado en un poema que se niega a regresar a la nada: u201cAquí está el barro / para mis fascinados dedos / en espera de un soplou201d. rnDe manera analógica, pero sin pretensiones divinas, Krystyna parece obtener del silencio las palabras justas, u201cel soplou201d que le dictan sus poemas entre dos orillas que crean, como diría Guimaraes Rosa, una tercera. Se trata de metáforas que visitan dos territorios en apariencia opuestos, pero que se funden en una nueva orilla. La analogía, la unión de dos realidades. rnDe tal manera en su poema u201cDemasiada desnudezu201d el deseo busca deshacer fronteras, de ahí que haya cuerpos que por momentos se vuelven uno. rnUn Eros evoca u201ccuerpos recién salidos uno del otrou201d.rnMucho me conmueve el ascetismo de la palabra de Krystyna. Dada la precisión y ascetismo de su lengua pienso en una reflexión de Adam Zagajewski: u201cno faltan poetas que cayeron casi mortalmente paralizados por la austeridad de los medios de expresión: sus almas se convierten en el impreso de un telegramau201d. Es sucinta mas no telegramática la poesía de la autora polaca.rnOtra cosa es su subrayado, nunca obvio, sesgos de humor como este poema citado en su totalidad:rnReflexiones mientras me lavo los dientesrnPor lo menos tres veces al díarnMe lavo las dientes -- menos míos que de la muerternElla es amarilla o negra,rnHuele fresco o a futuro podridornu00bfPor qué la imaginamos en femenino?rn(Bergmann la veía como un andrógino calvornque solía jugar ajedrez)rnPara qué me parió y ahorarnme traga sin que me dé cuentarnu2014a mí, un microbio pensativornentre los colmillos del universo. rn (Reescrito por la autora)rnEl desenfado. La manera de abordar al mismo tiempo u201clas grandes pruebas del espírituu201d, el entrevero ontológico entre el día y la noche y el despegue de u201cintuiciones que se vuelven personajes, acontecimientosu201d (Albert Beguin), hacen de u201cAbajo Fuego, Arriba Fuegou201d un libro de puentes entre deseo y realidad. rnu201cComo arriba es abajou201d, diría Hermes Trimegisto, sin ser astrólogo me atrevería a decir que en esos dos planos transcurre la palabra de Krystyna Rodowska. rnSus poemas nos preguntan, nos acompañan y nos hablan a veces con silencios, a veces con palabras.rnBogotá, 19 de septiembre de 2024.rnLibrería El Espantapárrafos